RESPIRACIÓN Y VIDA
Esta frase refleja algo evidente. Respiramos mientras estamos vivos, y la falta de oxígeno durante pocos minutos en un organismo vivo, conduce al cese de toda actividad fisiológica.
Pero más allá de esta frase tan contundente, la respiración, -que nos acompaña desde nuestro primer aliento de vida al nacer, hasta la expiración en el momento de morir-, refleja en gran medida nuestra manera de ser y de relacionarnos con nosotros mismos y con nuestros semejantes..
¿CÓMO SE COMPORTA NUESTRO CUERPO CUANDO RESPIRAMOS?
Si estamos habitualmente temerosos, y sentimos la necesidad de protegernos de un ambiente que recibimos como “hostil” ¿qué haremos con nuestra respiración?. Seguramente la reduciremos a la mínima expresión, como una manera de “pasar desapercibido”, de encogernos hasta la mínima expresión.
Todo ello se traduce en un comportamiento corporal característico. El cuerpo se replegará hacia el centro, el pecho y el abdomen tienden a aproximarse para proteger nuestro centro vital próximo a la zona del ombligo; los brazos se aproximarán al tronco ayudando en este mecanismo de “cierre” y, por su parte, las ingles “cerrarán filas” para proteger por abajo al abdomen; de esta manera quedan bloqueados los músculos de la cadera, impidiendo que podamos “plantarnos” sobre nuestros pies con serenidad y confianza.
Así nos protegemos del dolor físico o del emocional -de raíces muy profundas-, y si no cambiamos nuestro sistema de creencias, es decir, si seguimos albergando un sentimiento profundo de inseguridad y desconfianza en la vida, esta actitud corporal queda cronificada, se “enquista” en nuestro cuerpo, … hasta que decidamos cambiar.
Imaginemos ahora que desde pequeños hemos albergado sentimientos de seguridad, amor y confianza; al tiempo, nuestras experiencias vitales, positivas o negativas, las hemos podido asimilar de manera constructiva. En conjunto, nos han ayudado a crecer, nos han aportado experiencia, y han contribuido a nuestra madurez como individuos.
Con toda seguridad, esta actitud ante la vida, se reflejará en nuestro cuerpo: nos sentiremos muy “apoyados” sobre nuestros pies y nuestras piernas, podremos expresar nuestros sentimientos, emocionarnos y comunicarnos de manera eficaz con nuestros semejantes. Estaremos más preparados para resistir la frustración, es decir, para aceptar que las cosas, a veces, no salgan como las habíamos previsto; tendremos una visión más optimista de la vida y de las posibilidades que se nos presentan cada día para crecer como personas.
Esta actitud vital se refleja corporalmente: nuestro pecho está “abierto” para acoger la entrada del aire que respiramos con serenidad y plenitud; nuestra cavidad pélvica, también libre, acogerá el flujo del movimiento respiratorio hasta la zona más profunda (perineo -zona genital- anal), la columna vertebral actuará como un eje dispuesto a mantenernos en la vertical, lo cual revela nuestra actitud mental de estar con los pies en el suelo, conectados con nosotros mismos, y dispuestos a salir al la vida con alegría y confianza.
El primer ejemplo refleja una respiración encogida, superficial, y también una manera de “vivir la vida”. Desde el punto de vista funcional, el aporte de oxígeno al organismo es insuficiente, con lo cual la actividad física e intelectual no será del todo eficaz; nos cansaremos más, nos costará mantener un ritmo de trabajo que exija concentración, o una actividad intelectual prolongada. Tampoco podremos deshacernos suficientemente de las toxinas que liberamos en la espiración.
En definitiva: respiraremos “ a medias”, y también limitaremos nuestras posibilidades de conectar de manera profunda con la vida; es como si no pudiéramos aspirar todo lo que nos conviene, ni acabar de descartar lo que nos perjudica. Esto, lógicamente, tiene implicaciones físicas (oxigenación, revitalización celular… ) y psicológicas.
Si nos sentimos como en el segundo caso del que hablamos, nuestra respiración estará caracterizada por el equilibrio entre la incorporación de oxígeno y la eliminación de anhídrido carbónico. Este equilibrio tiene que ver con actitudes de dar y recibir lo que nos ofrece la vida, descartar lo que no nos hace bien, confiar en el futuro, y trabajar en el presente como único momento del cual disponemos para ir haciendo nuestro camino.
Evidentemente, hemos aportado dos ejemplos que son extremos, ya que a lo largo de nuestra vida seguramente hemos sentido ambas sensaciones: la que se basa en un estado físico y emocional de seguridad y confianza, y aquella en la que nos hemos sentido amenazados por algún peligro físico o emocional.
Nos movemos entre ambos extremos y en todos sus matices según las circunstancias que nos toca vivir, aunque solemos tener cierta predisposición a identificarnos con una actitud vital y una manera de respirar determinada. Por ello, si utilizamos nuestra voz como docentes, comunicadores, cantantes, etc., es necesario dirigir la atención hacia nuestro patrón respiratorio y preguntarnos: ¿estamos generalmente con el pecho hundido? ,¿Adoptamos una postura desafiante con el pecho hacia fuera?. ¿Sentimos que respiramos de manera plena y con gran bienestar mientras disfrutamos de un maravilloso paisaje, de una conversación motivadora, de una actividad artística, expresiva o intelectual?…
Este es también el punto de partida para un trabajo tónico-muscular-respiratorio en profesionales de la voz, sea cantante, comunicador, docente, etc.: la consciencia de su patrón respiratorio.
El paso siguiente será identificar las zonas donde la respiración queda bloqueada, es decir, aquellas que se “resisten” a dejar fluir el movimiento de la respiración a través del tórax y del abdomen. Será preciso, entonces, “liberar” dichas zonas de la tensión que ha quedado allí fijada, siempre teniendo presente que responden a bloqueos, detrás de los cuales puede haber una emoción que ha quedado registrada en los músculos.
Sería deseable, que una técnica vocal eficiente, se asiente y construya sobre una respiración fisiológica libre de tensión. Ello permite la óptima sinergia entre los músculos respiratorios implicados, así como el ajuste muscular que sea requerido en el uso profesional de la voz.
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