Nuestro cuerpo necesita del aporte permanente de oxígeno, que nos llega a través del aire que respiramos. Éste hace su recorrido hasta los pulmones en la inspiración y desde los pulmones al exterior en la espiración.
Todos los órganos implicados en este proceso permanente y que llevamos a cabo de manera automática e inconsciente conforman el sistema respiratorio. Nos ocuparemos a continuación, de las fosas nasales: origen y final del trayecto del aire que respiramos.
LA NARIZ: PUERTA DE ENTRADA DEL AIRE
Cuando el aire entra por la nariz, ésta lleva a cabo varias funciones: humedecer y calentar el aire, y filtrar las pequeñas impurezas que podrían entrar en las vías respiratorias.
Para que el aire entre y salga libremente por la nariz, no ha de haber ningún impedimento en las fosas nasales, como por ejemplo la presencia de vegetaciones adenoideas, de pólipos nasales, factores alérgicos, etc, que de alguna manera limitan el espacio interno que se precisa para que el aire fluya libremente.
En ocasiones, puede presentarse un tabique nasal desviado, lo cual ocasiona también un déficit en la entrada del aire. El tabique nasal desviado puede identificarse a simple vista observando de frente el eje de la nariz (que se verá desviado hacia un lado) y viendo el tamaño de los orificios de la nariz: uno se verá más estrecho y pequeño que el otro.
Estas circunstancias que comentamos, repercuten en la función respiratoria: entra menos aire, y con más dificultad para conseguirlo.
A veces estas alteraciones orgánicas condicionan que una persona desarrolle el hábito de respirar por la boca, es decir, que la nariz no podrá actuar como filtro de impurezas, ni hacer que el aire entre con el grado de humedad y temperatura adecuada en su camino hacia los pulmones.
Habrá entonces, dos maneras de respirar: por la nariz y por la boca, respiración nasal o respiración bucal.
Cuando se ha instalado el hábito de respirar por la boca, se altera también la fisionomía del rostro. La mandíbula puede relajarse de manera laxa para permitir el acceso del aire, la lengua se desplaza de su posición de reposo óptima, y hay una “caída” expresiva del rostro hacia abajo. En conjunto, se presenta una alteración del tono de los músculos de la parte inferior de la cara, que es preciso reeducar al tiempo que se cambia el hábito de respirar por la boca.
Corresponde al médico especialista – el otorrinolaringólogo o el foniatra-, determinar cuál es la causa y el grado de insuficiencia respiratoria, así como el tratamiento a seguir para que las fosas nasales restauren una adecuada función.
Del mismo modo, corresponde al logopeda llevar a cabo la reeducación de la función respiratoria, incluso si el especialista médico ha optado por la solución quirúrgica, para eliminar la causa que provoca la disfunción respiratoria.
Decimos esto, porque aunque las fosas nasales queden libres de impedimentos orgánicos, la persona suele mantener el hábito de respirar por la boca – seguramente instaurado hace muchos años-, aunque la causa que lo ocasiona haya desaparecido. A ello, ha de sumarse el trabajo sobre los grupos musculares que se hayan visto afectados como consecuencia del hábito de respirar por la boca: la lengua, musculatura del rostro y de los labios.
DESPERTAR LA NARIZ
Proponemos diferentes ejercicios que nos ayudarán a despertar la consciencia de la nariz, y de su papel en la respiración.
Primer ejercicio:
Comprobar que el aire tiene cierto grado de humedad y de calor. Coloca un espejillo en posición horizontal por debajo de los orificios nasales. Respira suave y libremente por la nariz y observar luego cómo ha quedado empañado el espejillo. Notarás dos aureolas circulares; mira si son simétricas ,o bien si la de un orificio nasal es más pequeña o más grande que la otra. Ello puede deberse a la presencia de mucosidad en el orificio que dibuja la aureola más pequeña, o a que existe una dificultad funcional: tabique algo desviado, vegetaciones adenoideas, factores alérgicos, …
Segundo ejercicio
Explorar diversas maneras de respirar. Para ello, dejar entrar el aire por una narina varias veces, luego por la otra; inspirar por una narina y sacar el aire por la boca; dejar entrar el aire por la boca y sacarlo por la nariz, a la inversa; dejar entrar el aire suavemente por la boca y espirar con intensidad por la nariz, etc.
Con este ejercicio, experimentamos diferentes maneras de gestionar el ciclo de la respiración, y tomamos mayor consciencia de la entrada y salida del aire.
Tercer ejercicio
Percibir la sensación de mayor libertad en la entrada y salida del aire. Para ello, abre ambos orificios nasales de la siguiente manera: con los dedos pulgar e índice de la mano derecha, separa hacia fuera el orificio nasal derecho; haz lo mismo con la mano izquierda.
Respira suave y libremente (no hace falta que hagas entrar más cantidad de aire); observa con qué facilidad entra el aire, ya que has ampliado el espacio interior de las fosas nasales.
Retira las manos y sigue luego respirando libremente. Cuando dejes entrar el aire (sin forzar, suavemente) dilata las alas de la nariz (un poco como hacen los conejos).Con ello amplías el espacio interior de la nariz y accederá más cantidad de aire, siempre con libertad y suavidad. Es una sensación momentánea de mayor facilidad para que entre el aire, pero estará integrada propioceptivamente, y la podrás reproducir cuando lo desees.
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